“El año que viene jugamos en Asobal, lara lalalá , lara lalá , lara lalalá , lara lalá…jugamos en Asobal”. Han pasado dos décadas y media de aquel mítico ascenso a la mejor liga del mundo de balonmano.
Por aquellos tiempos, la gente en Pozoblanco comenzó a entusiasmarse con un equipo de balonmano que enamoró. La gente acudía al pabellón Juan Sepúlveda y se lo pasaba bomba. Los ascensos en cadena y la emoción que se vivía en la caldera del Municipal hizo que el entusiasmo cundiera.
Nadie pensó que la gesta se consumara. Pero se hizo. En el último partido en Málaga había que empatar. Y se perdió. No obstante, el Toledo perdió en Altea y no hizo falta el punto. Antes del partido se sabía del ascenso pues hubo que cambiar de pabellón en Málaga por unas goteras.
Paco Castillo comandó una nave en la que los Velasco, Jesús Fernández, Esteban Lorenzo, Reyes, Marín, Gabi, Cabrera, César Montes, Bem, Gavira, Eugenio o Barbancho lograon hacer al Prasa el primer equipo cordobés que lograba el ascenso a la máxima categoría del balonmano.
El balonmano apareció en Pozoblanco así de repente. Nadie pensó que pudiera llegar tan lejos. En Asobal se realizó una primera vuelta de ensueño pero en la segunda se pinchó. Los años posteriores se intentó de nuevo el ascenso. Se tuvo cerca. Andrés Pérez no puso meter la última bola ante García Maza del Torrevieja. Luego en el 2010 se cayó ante Guadalajara en los penaltis. Los que tuvimos la suerte de vivir aquella época hemos sido unos privilegiados. Hasta que empezó a desinflarse el equipo y llegó aquella venta de plaza a Valladolis. Fue como vender el alma. Nunca ha vuelto a ser el balonmano aquel equipo que enamoraba con su Demencia Taruga y aquel famoso: “el año que viene nos vamos a Asobal… lara lalalá , lara lalá , lara lalalá , lara lalá…nos vamos a Asobal.