En 1984 hubo un culebrón deportivo que duró todo el verano en Pozoblanco y en Córdoba. Ortuondo y Campanero quería a toda costa firmar a Rafael Ruiz ‘Coco’ para el Córdoba. ¿Problema? Que era el jugador estrella de un Pozoblanco, que por aquellos años, metía a 2000 personas en el campo y era un referente en el fútbol cordobés. Había estrenado el campo de césped del Municipal.
Coco era el goleador del equipo. Tenía una media de más de 20 goles por temporada. Los defensas estaban obsesionados con él pues los rompía con su talento y picardía. Coco le dijo al entrenador Juan Ríos y al presidente Miguel Bajo:
—Me quiero ir al Córdoba.
Ellos le enseñaron el contrato que tenía con el Pozoblanco y Bajo le comentó que su fuga no sería bien vista por los aficionados.
—Los aficionados no lo verán con buenos ojos.
Las conversaciones fueron duras. Bajo dijo que si el Córdoba lo quería tendrían que negociar y que no sería sencillo.
—Los mismos kilómetros hay de Pozoblanco a Córdoba que de Córdoba a Pozoblanco—indicaba Bajo quien defendió los intereses del club hasra el último día. La liga comenzaba. En principo, Campanero ofreció a López. El Pozoblanco fue tajante: «Queremos a Hueso y otro más» aparte de dinero. Se empezó pidiendo dos millones de pesetas.
—No se apean de Hueso—decía Campanero al que le sorprendió que luego aceptara el equipo vallesano a Hueso y a Peque—en vez de a López Colodrero—.
Finalmente el montaje de la operación fue la cesión del Córdoba al Pozoblanco de Hueso y Peque más una cantidad económica que oscilaba entre 1 y 1,5 millones de pesetas que iría en función de partidos amistosos que se pudieran disputar.
El Córdoba tuvo que convencer a Hueso, quien ya había estado en el Pozoblanco con 18 años y que al final cedió.
—El míster habra entendido que cambiándome por Coco el equipo va a mejorar, ojalá sea así.
Coco regresaba, de esta manera, al Córdoba y Hueso volvía al Pozoblanco. Un culebrón, en toda regla, en los años 80 cuando el fútbol se movía de otra manera.
