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La Vaquera y su espera

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Hinojosa lleva días. Qué digo días, meses con La Vaquera. Normal. Esta obra representa el espíritu de un pueblo.

—Vamos, vamos, que se nos echa el tiempo encima —dice una mujer de las que sale en la obra.

Las voces de las diferentes generaciones se mezclan en una obra que Hinojosa la presenta como suya propia. Hay mucho de todo en la representación: con principiantes, otros que no lo son tanto y el público, ese que se sabe la obra pero que espera siempre algo diferente. El alma de los actores es lo que cambia la obra de una edición a otra. Ahí ha tenido muchas variantes a lo largo de los tiempos.

Siempre se mira a la Vaquera, que es el personaje principal, si se mueve bien en el escenario, su belleza, la complicidad con el espectador y, por supuesto, su encanto para un papel que no es nada fácil. Claro que está sujeta a su papel pero luego, como sabemos, el teatro te permite licencias que son las que te dan la nota diferente. Ambiente festivo, vestuario contemporáneo, música, enredos, personajes caricaturescos y mucho de juego teatral en tono jocoso, divertido y, en ocasiones, hasta sentimental.

Como dice uno de los vecinos que participa:

— Aquí no somos puristas, vamos a divertirnos un rato y a tomarnos las licencias que sean necesarias para pasarlo bien y hacer que salga la cosa.

En realidad, en estos días, Hinojosa está hablando todo el tiempo de teatro. Las vidas salen a escena. Representan cosas. Y también representan amores imposibles como el de la Vaquera con el Marqués. O no imposibles. Nunca se sabe.

El teatro como encuentro. Vuelve La Vaquera de la Finojosa. Una fiesta teatral.

Moza tan fermosa

non vi en la frontera,

com’una vaquera

de la Finojosa.

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