Juan Baustista Escribano ha pregonado las fiestas de la Virgen de Luna en el Teatro El Silo. Una cita prevista para febrero pero que las restricciones de la pandemia impidieron realizar y que ha tenido lugar este sábado 15 de mayo. Esta vez no fue una noche de invierno sino de primavera con las palabras de Juan Bautista y la mirada puesta en la Virgen de Luna.
Como ha dicho el pregonero: “cualquier día es el mejor para cantar, suplicar y hablar de la Virgen de Luna”, por eso “hoy es el mejor día”.
El de Juan Bautista Escribano ha sido un precioso pregón hecho con el corazón, dónde ha estado muy presente su familia, con recuerdos, vivencias y dónde ha mostrado su amor a la Virgen de Luna. Situado su atril a un lado del escenario, en la escenografía destacó una encina en el lado opuesto.
Ha señalado que no quería que su pregón fuera el de la covid sino el de la Virgen de Luna y ha contado con dos palabras protagonistas que han inspirado su pregón: Madre y Vecino.
Y es que su padre, Juan Escribano, es el vecino de la Virgen de Luna, por la cercanía de su finca con la ermita, pared con pared casi con el santuario. “Un privilegio a lo largo del tiempo y es que ni un solo día ha renunciado a ese cargo, al de ser el vecino de la Virgen de Luna”. Decía Juan Bautista que su padre, “un hombre muy creyente” ha estado al servicio de la Virgen y de cualquier cosa que precisara el santero y pese a esa dedicación “son mayores los favores recibidos que los realizados”.
Su madre también ha estado presente en las palabras del pregonero “porque me enseñó a compartir, a ponerme en el sitio del otro” y puso en valor “la gran faena de criar a los hijos”.
Juan Baustista Escribano fue presentado por su joven sobrino Francisco Escribano Cabrera y se acordó de su hermana Claudia, a la que lanzó un beso mirando al cielo, y del momento en el que dijo que iba a adoptar un niño africano.
De su familia dijo que es una especie de tribu “porque somos más de 60 personas sin contar la familia de África” y también habló de sus amigos de la infancia y adolescencia, que pese a la distancia en algunos casos “siguen estando ahí”.
Su pregón contó con un recitado de Miguel Ángel Cabrera y con tres cantes de Pili Acaiñas, que fueron estrenados para la ocasión y que pusieron el vello de punta a los espectadores con las guitarras de Juan Ruiz y José Luis Ballesteros. También hubo referencias a los poemas de Hilario Ángel Calero o a alguna de las letras del Sr. Olmo.
Juan Bautista Escribano también se apoyó en el camino, símbolo que une Pozoblanco con el Santuario, un camino que quiere realizar “al lado del que no piensa como yo”, a la vez que se refirió a lo que representa el Arroyo Hondo como punto de llegada de la Virgen de Luna pero también como punto de despedida en el regreso a la ermita de Pentecostés. Bonitas palabras de recuerdo también para las personas con discapacidad o dependientes, antes de terminar con una plegaria a la Patrona y Alcaldesa Perpetua.
Su deseo hubiera sido al final cantar con su gente en el escenario el himno de la Virgen de Luna pero tuvo que se a través de un montaje en vídeo.
Decía al principio que quería que nadie se marchara defraudado y al final no sólo no defraudó sino que emocionó. No sólo nadie se fue defraudado sino que, al contrario, salimos de El Silo orgullosos de nuestra gente, de nuestras tradiciones, de nuestro pueblo, del fervor a la Virgen de Luna y de contar entre nuestros vecinos con gente como Juan Bautista Escribano Cabrera.
El capitán de la Cofradía, Juan García, le impuso la insignia de pregonero y el alcalde, Santiago Cabello, le entregó un recuerdo. Una escultura de manos tirando de la soga de la campana de la ermita. José Martín Calero, hermano de la Virgen de Luna, presentó el acto.
En su intervención inicial, el alcalde, felicitó a Juan Baustista por su designación como pregonero, tuvo un recuerdo para las víctimas de la pandemia y dirigiéndose a la Virgen de Luna dijo que “tu ausencia no será fácil para nosotros, ayúdanos siempre” y concluyó señalando que “nunca caminarás sola”.