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Rafa Ramírez, pasión por el caballo

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Es por la tarde en la pequeña hacienda de ‘Macaraca’ de Hinojosa del Duque, el Centro Hípico de Rafa Ramírez que al llegar está montando a Fuego, un caballo hispano árabe de capa torda de diez años con unos movimientos fantásticos, un superclase. Al observar los caballos que allí tiene y lo cuidados que están, te das  cuenta de las horas y la pasión que le pone. Caballos españoles, lusitanos y cruzados forman parte de su Club Hípico. Muchas horas de luz natural y luz artificial en sus pistas trabajando con nuevos potros y caballos enseñándole o corrigiendo los vicios. Es una nueva forma de doma la que él hace, en la que se lleva al caballo muy suave en la boca, marcando los tiempos, con la voz, movimiendo las muñecas elegantemente, pegadito, acariciándolo. Hay un antes y un después en la doma. Rafa tiene claro que en otro tiempo “se enseñaba demasiado la vara”. Ahora él tira de paciencia y de su talento para enseñar a sus caballos.

La doma que él le da a los suyos es exquisita. A la hacienda llega un cliente que tiene un potro en una de las cuadras de Macaraca y lo tiene claro, “Rafa hace que todos los caballos sean nobles”. Evidentemente los que tienen chispa la conservan pero él los doma con un trato amable hacia ellos. Es como si estuviera hablando con personas, se dirige a sus caballos hablándole como si estuviera en una conversación permanente con ellos. Rafa me enseña a un caballo espectacular que mide más de 1,80 a la cruz. Es castaño y lo nombra por Pintor. Le pega el nombre porque el caballo es una pintura. Precioso. De menos talla y no tan deslumbrante en cuanto a fisonomía está Centurión, un lusitano de capa torda que tiene una calidad inexplicable. Sabe emplearse y desparramar fantasía en la pista. No hay mejor yegua para los enganches que Luna que tiene una chispa que lo ilumina todo. Enfrente de ella está una potra torda de belleza deslumbrante y un caballo español negro que tiene una fisonomía señorial, con ese aire de distinción de la raza española, que le hace destacar sobre otras razas.

Rafa es muy valiente montando. Es una de sus mejores cualidades. Otra es la capacidad de adaptarse a los caballos, es muy intuitivo. Sabe enseguida cómo son y por dónde tiene que entrarle. Además muestra una enorme personalidad en el caballo. No se olvida de su maestro, Domínguez, y de su padre que siempre está echándole una mano. Recuerda que era muy pequeño cuando montó por primera vez. Tenían una mula para el trabajo de las labores de campo y un caballo que no dudó en subirse. Se sintió arriba como si dominara el mundo. Y de allí sigue sin bajarse. Rafa vive permanentemente a los lomos de sus caballos. Su carácter extrovertido y gran profesionalidad hace que a su picadero lleguen amigos, clientes  y conocidos del  mundo del caballo estableciéndose unas tertulias de lo más interesante en medio de caballos y perros que parecen cuidar la hacienda. “Los caballos, cada uno tiene una historia interesante”, dice Rafa. Hay mucha afición por el caballo en Los Pedroches.

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