Cultura

Se nos fue Enrique García, un médico querido que vivió su vida con mucha pasión luchando por la de los demás

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—Cuando me recupere, volveré a hacer el programa de salud en la radio. Era lo que me decía Enrique García Sánchez cuando me cruzaba con él por la calle.

Enrique ha fallecido. Recuerdo que cuando llegaba para hacer el programa, traía siempre su sonrisa puesta y una carpeta con las cosas apuntadas que quería decir.

—Vamos a ello, a ver si esto le puede ayudar a los oyentes. Se encendía la luz de estar en el aire y arrancaba el programa Prevenir en Salud.

Luego, fuera de micro, me contaba de lo hermoso que es ser médico. Historias de casos—siempre sin decir el nombre— en los que coger la enfermedad a tiempo había hecho salvar una vida o recuperaciones de gente que creía que lo tenía todo hecho.

Enrique vivió su profesión con mucha pasión. Era un gran profesional. Fue Jefe de Servicio de Medicina Interna durante 30 años. Gran médico y gran persona. Bondadoso. Se desvivía por sus pacientes. Médico a tiempo completo pues por la calle también lo paraban y atendía las preguntas de pacientes a los que trataba como si fueran de su familia.

Le gustaba vivir. Era una persona feliz que disfrutaba de cada momento. Lo llenaba todo de alegría por dónde pasaba. Amante de la de la buena gastronomía, de la conversación en una buena aparcería y del pueblo en el que vivió 35 años. Llegó en 1985, fue de los primeros médicos que llegaron al nuevo Hospital de Pozoblanco. Amigo de sus amigos. Buen esposo, buen padre y buena gente.Detrás de este gran médico había una persona humilde y cercana. Luchó hasta el final con su enfermedad.

Recuerdo el día en el que se despidió del programa:

—Estaré un tiempo por problemas de salud fuera del programa, pero regresaré.Meses después me dijo que estaba planteándose volver. No ha podido ser y se nos ha ido. Se nos ha ido un gran médico. Una persona elegante, honesta y siempre con ganas de vivir. Tenía mucha alma. Sabía escuchar a la gente. Se mostraba siempre cordial, simpático y campechano. Se hacía querer.

En las muchas conversaciones que mantuvimos, me habló de lo complicado que resulta a un médico jubilarse. Quizá por eso quiso también hacer el programa de radio de Salud. Se turnaba con Rafael cada miércoles. Enrique no ha podido disfrutar de la jubilación como él hubiese querido. Pero sabía por su experiencia profesional que la vida a veces tiene estas cosas. Se merecía una jubilación larga y feliz después de hacer un gran servicio a la vida, al Hospital Comarcal Valle de los Pedroches y a sus pacientes. Miles pasaron por su consulta. A más de uno sacó de un apuro grande y a todos atendió de manera fenomenal. Dedicó su vida a cuidar a los demás.

Fue concejal por el Centro Democrático y Social (CDS) y una persona muy culta. Tenía un verbo fácil. Hablaba mucho y bien. Y lo mejor de todo: convencía.Su familia lo va a echar mucho en falta. Era muy familiar y los suyos lo adoraban. Cariñoso y atento.

Un día le pregunté al terminar un programa que qué era lo más bonito de ser médico. Él me contestó sin vacilar:

—Devolverle la ilusión y la esperanza a las personas.—¿Se refiere a los pacientes?—le pregunté yo.—Sí, claro, los pacientes son personas.Se nos ha ido una gran persona. Un gran profesional que comprendió perfectamente que al paciente hay que escucharlo, que amar lo que haces es lo mejor para progresar en tu campo y que a la sociedad hay que dar un servicio permanente. Enrique fue un amante de la vida. Disfrutó de sus días inundándolo todo de alegría. Descanse en paz. Tendremos siempre guardados sus sabios consejos.

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