Habrán oído hablar de Gerardo Arévalo. O no. Algunos no lo conocen todavía. Pero lo conocerán. Es concejal del Ayuntamiento de Pozoblanco. Aterrizó hace muy poquito. Es concejal de Personal; Régimen Interior; Contratación; y más materias con las que no le voy a aburrir porque hoy va a ser más conocer quién es Gerardo.
Gerardo es una de esas personas que escucha a la gente. No se quita la sonrisa de la boca. Hizo Derecho y ha estado hasta fuera del país ejerciendo su profesión. No le hacía falta ni le hace la política, pero es de esos mortales que cree que la vida es una suma de experiencias y la política para él lo era.
Siempre tiene un rato, un tiempo y una conversación para la gente. Le habla a todo el mundo. Tiene carisma y encanto personal, además de cultura y una inteligencia relacionada con su formación y manera de mirar la vida. Él le gusta aprender hablando con la gente. Y la política le está abriendo esa posibilidad, por eso está siendo para él una experiencia fantástica.
Tiene una clase especial que se refleja en la mirada. Y las ideas claras. Viene del Derecho y ya saben que a cualquier abogado le gusta la claridad. Desde su época de estudiante ha pensado que, entre todos, podrían solucionarse muchos problemas: sociales, laborales, de convivencia, culturales…
Algunos de sus amigos dicen que él rompe ese dicho de que los buenos perfumes vienen en frasco pequeño. Él es grande y alto, y le gusta dejar siempre su esencia en cada encuentro. Esa empatía que tiene la puede aprovechar en su función en el ayuntamiento. Es una persona que, si lo dejan, puede ser de esos políticos capaces de resolver cada problema con el diálogo. Le gusta que la vida esté llena de verdades y lo aplica a su función.
Ha sorprendido su entrada en el Ayuntamiento de Pozoblanco por la cantidad de gente que se ha sentido cómodo con él y sus ganas, su ilusión. Su personalidad resulta interesante por su llaneza, por su amor propio en su trabajo, dignidad, y su afán por poner de manifiesto, de que el diálogo es la mejor arma para solucionar conflictos. Sus comentarios son un impulso vitalista y muy positivo.
Siempre es gratificante encontrar en política a personas que vienen para ayudar sin hacerle falta por su trabajo. Soñadores que buscan un mundo mejor y un pueblo que encuentre su sitio. Es cuestión de alma, talante e ilusión que son las tres cosas que le definen. Veremos si la letra, que es buena, consigue el proyecto con el que entró: un Pozoblanco mejor. De momento, está encharcado de fe. El premio, dice él, es que los ciudadanos de su pueblo estén felices y vivan mejor. Él es pozoalbense por amor. Ya también es padre pozoalbense por amor porque sus hijos nacieron aquí. Gran corazón. Todo corazón. Es lo que lo mueve.
No siempre un político es noticia. Él lo es porque Pozoblanco ha encontrado a un hombre elegante, que tiene las cosas claras y su función. Destaca su entusiasmo y capacidad de meterse en la piel del otro. La política local no es de colores. Es mucho más. Gerardo es un luchador que tiene claro que la humildad abre más puertas que la soberbia. Es su personalidad, como ya hemos dicho: elegante, muy elegante.