Ver estas fotos de tierra negra y pinos calcinados es muy triste. Da pena ver la destrucción cuando las llamas gigantescas desaparecen después del infierno. Da pena oler a quemado aunque no haya ya humo. Una vida vegetal achicharrada de golpe. Los Pedroches y su ecosistema con su infinita y bella dehesa, sus montes y sierra debe ser nuestro tesoro que debemos conservar. Belalcázar ha visto arder hectáreas y hectáreas de tierra. Donde antes había pinos, bosque y monte son ahora terrenos calcinados. ¿Cuánto tiempo cuesta hacer crecer un árbol para calcinarse en un momento de esa manera? Ahora toca repoblar de nuevo. No sé si han oído hablar de esa metáfora que decía: «Un pino de medio siglo es un maduro hombre de madera». De todos modos, al campo le faltan más manos que lo cuiden con el amor. Cada vez los campos están más solitarios.
Antes se decía un mensaje que calaba hondo: «cuando el monte se quema, algo tuyo se quema». Sin espacios abiertos y sin árboles no hay ni oxigeno ni agua. Nuestra naturaleza está indefensa ante el fuego, ante alguien que quiera echar una cerilla para que prenda la vida vegetal y todo lo que se encuentre a su paso.
